A la hora de jubilar un colchón antiguo no es difícil encontrar uno que ofrezca mejores prestaciones que el anterior en términos generales, dada la enorme vida útil que pueden llegar a tener. Sin embargo, para saber qué características debe tener un buen colchón es imprescindible que conozcas un poco cuáles son los puntos clave de la gama de colchones actuales para que puedas identificar las propuestas mejor adaptadas a ti.
Eligiendo el mejor colchón para tu espalda
Una de las dolencias más frecuentes en el adulto medio es el dolor de espalda. Y es que los dolores en la zona cervical o lumbar muchas veces tienen su origen en un colchón deficiente, con capacidad de ir reduciendo de manera paulatina sus niveles de esponjosidad y confort con el paso del tiempo.
Rigidez, firmeza y elasticidad son las tres características de un buen colchón, y deben cumplirse para asegurar que ofrece un buen descanso y que garantiza una adaptación óptima al cuerpo. Pero, ¿en qué aspectos hay que fijarse exactamente a la hora de seleccionar el colchón ideal?
Si quieres saber cómo elegir un colchón que esté plenamente adaptado a ti, lo primero es que tengas claro en qué postura sueles dormir. Esto juega un papel primordial a la hora de aumentar los niveles de confort, ya que la postura que elijas para coger el sueño definirá en buena medida la calidad de tu descanso.
Lo ideal es, como siempre, mantener una postura completamente recta para garantizar el descanso de la espalda y la relajación de la columna. En cambio, si eres de los que trata de acostarse de lado, se corre el riesgo de sufrir malformaciones en las cervicales al adoptar una postura demasiado encorvada, lo que repercute negativamente en el descanso y puede provocar lesiones de envergadura.
No hay nada malo per se en dormir en una postura distinta que no sea boca arriba, pero puede acarrear problemas en caso de que las vértebras adquieran una mala postura de manera forzosa o que algún ligamento acabe resentido por una posición que no sea natural.
Por eso, si eres de los que se mueven por las noches o sueles ser de sueño inquieto, un colchón duro mejorará tu descanso al facilitarte el movimiento de una postura a otra. En cambio, los colchones blandos están pensados para los más tranquilos, los que son capaces de dormir durante horas en la misma postura.
Los colchones duros presentan una superficie algo más rugosa pero igualmente suave, un extra de firmeza y una capacidad de amortiguación mucho más elevada, todas ellas inherentes características de un buen colchón rígido, pensado para facilitar los cambios de postura. En cambio, ¿qué características debe tener un buen colchón blando? Esponjosidad, ligereza y gran capacidad de adaptación al contorno corporal son sus rasgos más identificativos.
Factores decisivos del sueño que repercuten en el tipo de colchón a elegir
Dado que el colchón es utilizado de noche, que es cuando el cuerpo necesita reposar y regenerarse para recuperar energías, es fundamental estudiar las características del sueño de cada uno para saber cómo elegir un colchón perfectamente adaptado. También es primordial prestar especial atención a otros aspectos como la adaptabilidad al contorno del cuerpo o la capacidad para ofrecer unos niveles óptimos de transpirabilidad.
Hay que tener en cuenta que la transpiración es el mecanismo natural que tiene el cuerpo para autorregular la temperatura por sí mismo y es preciso que las fibras del colchón sean capaces de canalizar esa humedad y dejarla marchar a través de sus tejidos, con el fin de evitar cúmulos de humedad donde puedan proliferar bacterias y hongos que amenacen nuestro bienestar.
También tiene mucho que ver en esta cuestión todo lo relativo al índice medio de humedad del entorno. Si la media anual supera el 80%, lo recomendable sería que el colchón fuese capaz de disipar el exceso de calor con el fin de mejorar la calidad del descanso, evitando además que la elección de un tipo de colchón inadecuado desembocase en un maltrato constante de las fibras, reduciendo la calidad de su acabado general.
Pero, ¿qué características debe tener un buen colchón de este tipo? ¿Cómo es posible que unos ventilen mejor el sudor que otros? ¿Esto es real, o es un bulo? Debes estar tranquilo, sobre todo si tu mayor miedo es que se trate de una mentira difundida por la red: no, no es un bulo, es cierto que existen colchones capaces de mejorar la transpirabilidad de las fibras.
Esto sucede en los colchones con muelles, ya que provocan que se liberen espacios entre los tejidos interiores, mejorando su capacidad para dejar pasar el aire y no solo maximizando su esponjosidad, sino garantizando la eliminación de las humedades provocadas por el sudor humano.
Entonces, ¿en qué me debo fijar a la hora de elegir un buen colchón?
A pesar de que se habla mucho de las características de un buen colchón y lo importantes que resultan para un determinado aspecto u otro, es fundamental que sepas que no todos los tipos de colchones proporcionan el mismo nivel de comodidad en el descanso a todo el mundo.
Esto es extensible además a todos aquellos usuarios que quieran saber cómo elegir un colchón plenamente adaptado a sus dolencias de espalda: no todos funcionarán igual de bien y habrá que fijarse en las costumbres adquiridas y el tipo e intensidad de la lesión que se padezca.
Los colchones duros consiguen amortiguar la zona central de la columna, reduciendo la sensación de dolor. En cambio, para un tipo de dolor que se dé en la zona lumbar o cervical, la cosa no resulta tan sencilla y se antoja fundamental llevar a cabo un estudio algo más exhaustivo con el fin de mejorar los niveles de confort de cada zona. Contar con soluciones adaptadas en cada caso es imprescindible, sobre todo si lo que se busca es disfrutar del mejor descanso mientras la lesión no se agrava.
En caso de que empieces a notar dolores en la espalda y estos no desaparezcan con el cambio de colchón, es imprescindible que acudas al médico con el fin de descartar dolencias más graves. Además, resulta vital identificar el origen de las molestias y monitorizar su evolución para evitar que pueda desembocar en algo de mayor gravedad con el paso del tiempo.